MI LENGUA “NO MATERNA” Y MI PRIMER COLEGIO

    Mis padres y toda mi familia, hablaban el valenciano, el “apitjat” que es el que se hablaba en toda la huerta de Valencia y otras comarcas como el Camp de Morvedre, el Camp de Turia y gran parte de la Ribera Alta.

    Eran buenas personas, sencillas y de gran corazón. No tenían estudios, pero sí  educación, mucha más de la que he conocido en algunas personas “ilustradas”. Evidentemente ellos querían lo mejor para mí y me transmitieron buenos modales, respeto al prójimo y mucha generosidad para con los demás; pero desgraciadamente, no supieron transmitirme su lengua. Algo que no les puedo reprochar, porque fueron víctimas del llamado “autoodi“ existente en la época, al considerar que la lengua valenciana era inferior al castellano y sinónimo de incultura y de retraso. Así pues, para que yo fuera una “niña bien” decidieron hablarme en castellano. También ayudó el colegio. A cien metros de la alquería, el los bajos de los bloques de los ferroviarios de Sta. Teresita, a la altura del Nº 45 de Puebla de Farnals, abrieron el colegio del mismo nombre, donde  estudiaron las niñas del barrio, hijas de familias llegadas de comarcas del interior, generalmente castellano parlantes. Como la “lengua” era lo mío, aprendí muy pronto a hablar y a vocalizar correctamente y me convertí en la parlanchina de la clase. Raro era el día que no me castigaban. A veces de cara a la pared con los brazos en cruz, otras, haciéndome quedar 15’ al terminar las clases; tardanza en mi llegada que producía gran preocupación en mi madre y castigo impensable hoy en día.

    A pesar de ser una niña alegre y habladora, era algo tímida y me costaba integrarme en los grupos. Al llegar el recreo acudíamos al bonito patio interior ajardinado del bloque de viviendas. Recuerdo que permanecí muchas veces sentada en un banquito comiéndome yo sola el pan con chocolate… Y como orejas no me faltaban también fui perseguida por ello a lo largo de mis años escolares a pesar de que mi madre siempre me llevó con turbantes pensando que estos me realizarían la cirugía plástica y me pegarían las orejas a la cabeza…

    Tampoco tuve suerte con la manía que me tomo una tal Mari Carmen. Ya entonces fui víctima de lo que hoy llamamos “bullying”; me pegaba y estiraba del pelo hasta arrancarme los mechones. Yo le tenía literalmente miedo. Por suerte eso fue hacía el último año de estar en Sta. Teresita. Pronto me cambiarían al Colegio de La Purísima de monjas franciscanas en el Grao, donde mi vida escolar cambiaria a mejor (aunque en el tema de aprobar las asignaturas no me lucí mucho...) Ya os hablaré de mis años escolares en otra ocasión.

    Pero en ese colegio también tuve muchas experiencias buenas. Allí conocí mi primera Enciclopedia, aprendí a leer y a escribir con los cuadernos de Rubio, descubrí penosamente mis dificultades para las matemáticas, pero sobre todo recuerdo a la primera maestra que tuve: la entrañable señorita Dorita de la que tengo grabada en mi mente su silueta paseando por la clase cuando nos hacía los dictados; siempre con su corto y abundante cabello negro con flequillo que no impedía ver sus grandes y oscuros ojos. Hace unos años la vi en el mercado de Algirós. La reconocí al instante y me atreví a dirigirle unas palabras como si la hubiera visto el día de antes.

    Recuerdo con qué ilusión hacíamos nuestras manualidades para el día del padre y de la madre, los cantos “con flores a María” cuando celebrábamos el mes de mayo y adornábamos un pequeño altar con los ramitos de flores que llevábamos desde casa (que a mí no me faltaban nunca porque mi iaia tenia el patio lleno). Pero si algo recuerdo especialmente es lo que yo disfrutaba en los ratos de dibujo y la satisfacción que me producía que luego las profesoras y compañeras me felicitaran por ello. Mi madre siempre me estaba comprando lápices sobre todo los Alpino, únicos en la época para colorear todo aquello que mi imaginación me sugería…

    El bajo que albergó el colegio de Sta. Teresita permanece cerrado desde hace mucho tiempo, creo que casi cincuenta años y cada vez que paso por delante lo recuerdo por dentro y me veo sentada con seis o siete años en un pupitre de banco corrido, dibujando... 

 

 ©️AMPARO NOGUERA 2021 

 



 

Comentarios

  1. En la foto de 1967-68 ja et pareixes una barbaritat a l'Amparo que jo vaig coneixer als pocs anys. Estàs preciosa!
    No sé com et pots enrecordar de tantes coses i quin luxe que tingues tantes fotografies d'aquella època!

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